Portada · Noticias · Faq · Contacto · Colabora 28 Marzo 2024 18:15
Navegación
las Ediciones
VSnail beta 1.0
Iniciar Sesión
Nombre de Usuario

Contraseña



¿Aún no eres Miembro?
Pulsa aquí para registrarte.

¿Has Olvidado tu Contraseña?
Pulsa aquí para solicitar una nueva contraseña.
Pergaminos
Sindicación
Foros Noticias
Textos Enlaces

Comunidad
© Paquillo - El viejo farero
*************************

Ramón oteó como cada mañana desde hacía sesenta y ocho años el horizonte. Y
como casi siempre, exceptuando algunas veces que podía contar con sus viejos
y anudosos dedos, nada se movía sobre el mar en toda la distancia que su aún
aguda mirada alcanzaba.

Ramón era un viejecillo menudo. Un hombre delgado, de músculos fibrosos y
endurecidos. Su piel estaba curtida por el aire y la sal y sus manos
mostraban algunas de las cicatrices que denotaban que había pescado con
asiduidad en la costa. Tenía los mismos ojos que su padre, los mismos que
todos sus antepasados fareros. Con los años los ojos, se habían transformado
en casi dos pequeñas rendijas entre los párpados. Pero entre ellas brillaban
dos pupilas que de tanto mirar el mar habían tomado un color indistinguible
entre el azul y el verde. Cuando uno los miraba era como si se asomase al
mar desde la cubierta de un barco. Y podía sentir la profundidad del mar y
la suavidad y firmeza de las aguas en su mirada, todo a un tiempo. Pocos
realmente podían sostener su mirada porque junto con una inmensa paz sentían
el vértigo y el desasosiego de las simas marinas.

Todos los días, sin faltar uno, desde que su padre el viejo farero se fue
con la mar, cuando el contaba diecinueve años, había subido los ciento
setenta y nueve peldaños del faro dos veces al día, al anochecer para
encender la lámpara y al amanecer para apagarla y anotar en un grueso
cuaderno de pastas carcomidas los incidentes transcurridos, hojas y hojas
llenas con trazos desiguales de "sin novedad" y la fecha del día.

Pero, los tiempos habían cambiado mucho desde que Ramón sustituyó a su padre
en el trabajo de vigía en el faro. En realidad, hacía mucho ya que apenas si
era necesario que Ramón continuase día tras día con su tarea de
avistamiento. Desde el maremoto que había destruido el puerto siete años
antes y la construcción de una nueva factoría allá en el cabo de San Anselmo
a diez millas de allí, no se había vuelto a ver ningún barco a menos de
cinco kilómetros de la costa. Los escasos habitantes que había sobrevivido a
la catástrofe encontraron trabajo en la nueva fábrica y sólo algunos viejos
pescadores sin fuerzas para recomenzar decidieron quedarse en sus terruchos.
Pero, ya no se volvieron a ver los grandes barcos entrando en el puerto
guiados por el faro. Eran días grandes aquellos en los que Ramón aún niño
llenaba sus pulmones del olor a pescado y sudor que emanaba de las enormes
cáscaras flotantes. Arribaban al amanecer con las bodegas y cubiertas
repletas casi hasta estallar de peces que aún coleteaban contra las tablas
de madera. Ramón se quedaba allí, las manos en los bolsillos, esperando con
el corazón latiendo ansiosamente los primeros rayos de luz. Porque entonces
era como si un estallido de colores inundase el puerto y llenase sus grandes
ojos redondos abiertos de par en par. El Sol arrancaba destellos en las
escamas de los peces, en el agua que chorreaba entre las maderas del barco,
en las miradas brillantes y cansadas de los pescadores. Jugaba el Sol con
las gaviotas que con estridentes chillidos se daban un gran banquete de
peces perdidos. Y Ramón recogía dentro de sí aquellos instantes mágicos como
si ya presintiese que algún día dejarían de existir. Y después cuando ya
todo el puerto brillaba al Sol, comenzaba en la lonja la venta del pescado
fresco y todo el aire se llenaba con los gritos de los vendedores y las
gaviotas. Algunos días, Ramón esperaba a su padre al pie de las escaleras
del viejo almacén, cerca de donde Antonio "el gerente" ataba su barca roja.
Le llamaban el gerente desde hacía tanto tiempo que sólo los viejos del
lugar recordaban el origen del apodo. Cuando era joven Antonio había
trabajado en la capital como botones del nuevo hotel. Al menos durante diez
largos años había vivido allí y había vuelto de la ciudad diciendo palabras
que nadie conocía en el viejo pueblo; aún ahora cuando se tomaba un vino en
la taberna con el padre de Ramón pedía un "cóctel", y llamaba "botines" a
sus botas gastadas de pescador. Le gustaba el sonido de esas palabras y
utilizaba la menor oportunidad para utilizarlas. Ramón se divertía mucho
oyéndole y siempre que le encontraba recibía de sus manos alguna concha o
caracola preciosa.

Y allí al lado de su barca, Ramón y su padre se citaban para ir a comprar el
pescado del día, excepto cuando ellos mismos salían a pescar, lo que hacían
a menudo. Así que eran estas ocasiones de fiesta para Ramón. Paseaban
lentamente entre las mesas repletas de pescado. El viejo farero regateaba y
miraba con sus pequeños ojos de oteador la calidad del pescado, hasta
decidirse por uno, pero en realidad era casi una excusa para intercambiar
algunas palabras con sus vecinos y enterarse de las últimas noticias.

Después volvían juntos caminando a lo largo de la costa, en silencio. No era
el viejo farero hombre de muchas palabras y Ramón aún de menos. Pero, se
entendían bien.


Página 1 de 2 1 2 >
Comentarios
No se han Publicado Comentarios.
Publicar Comentario
Inicia Sesión para Publicar un Comentario.
Valoraciones
La Valoración está disponible Sólo para Miembros.

Inicia Sesión o Regístrate para votar.

No se han publicado Valoraciones.
En imágenes
Breves
La letra mata, el espíritu vivifica.
Mini Charla
Debes Iniciar Sesión para publicar un mensaje.

Mario
18/03/2024 09:06
"Cada mañana madrugaba y se moría de ganas de asormarse al balcón y verlo pasar para asegurarle que no quería volver a verlo". T.Prattchet

Mario
18/02/2024 09:23
Raya raya punto: ¡encontrado! carita de ceniza, zapato de cristal. Te echo de menos.

Mario
01/02/2024 09:59
Llega febrero, un mes para los idus de marzo. Guárdate, oh César. "Salus in perículis"

Mario
10/01/2024 09:06
Feliz Lag a todos, ya sabéis que éste año siempre va sin vergüenza. O como se decía antes: Felices Pascuas

fw
06/01/2024 11:21
Feliz año a todos! Ya sabéis que este sinvergüenza siempre va con lag :-)

Archivo de Charlas