© EVA (AL DESNUDO) - DESDE EL DESAMOR
Publicado por fw el Agosto 13 2008 09:09:44
La palabra desamor no creí que estuviese en mi diccionario y debieron decirme que estaba ahí, debieron decirme que el desamor, esa palabra y esa realidad, existen, que acecha escondido y que puede sorprenderte cuando menos se espera, como la muerte. Alguien debió advertirme que el desamor es una enfermedad mortal.

Di-di-di-diecinueve.

Como los soldados que lucharon en Vietnam, yo empecé a suicidarme a los 19. Y aún, hoy, sigo haciéndolo, aún me someto a la tortura de engañarme y engañar. Y lo hago todos y cada uno de los días de mi vida para que nadie adivine que me ha invadido el desamor.

Yo tenía diecinueve años cuando decidí entregarme a él en cuerpo y alma, sólo era una niña y juntos desencadenamos melodías, descubrimos todos los colores del arco iris, forjamos un futuro-perfecto, soñamos y le entregué mi vida entera. Y con mi vida, también le di mi inocencia, mi amor, mi ternura, mi cuerpo inmaculado; todo se lo entregué porque le amaba... y me amaba.

Con el paso del tiempo me di cuenta de que mi destino se lo había entregado a la persona equivocada. Comprendí que él me había encerrado en una burbuja que gira únicamente alrededor de su mundo, y que jamás me dejará salir de ella.

Soy algo así como un satélite. Igual que el Meteosat, giro y giro a su alrededor y le envío constantemente información pero, al parecer, siempre la recibe distorsionada o recibe únicamente la que le interesa recibir. Yo soy el paraguas que le protege de tormentas y aguaceros, soy el paragolpes que recibe y frena las embestidas que le da la vida, y lo hago para que no sufra; soy el salpicadero de sus heridas sangrantes que a veces me tiñen de rojo, soy el paño que enjuga sus lágrimas cuando está triste. Soy, también, su agenda electrónica, la memoria de su ordenador, su agencia de viajes, su programador, su despertador y su somnífero. Su somnífero... lo soy sin duda, me lo dice: ¡no hay mejor pastilla para dormir que hacerte el amor! Eso me dice, para eso le sirvo, para que él pueda dormir mejor. Y soy, además de su amante somnífera, su enfermera, su niñera, su criada y hasta su madre; todo lo hago por él y para él. Sin embargo, mis esfuerzos y mis desvelos no me sirven más que para encontrarme como un objeto encerrado en esta burbuja, en la burbuja que él ha construido a mi alrededor, una burbuja con la entrada protegida para que nadie tenga acceso a mi ni yo pueda nunca salir, como si siendo yo un objeto pudiera él de ese modo evitar que alguien pueda tocarlo o poseerlo. Me miro en un espejo y compruebo que llevo un tatuaje grabado en la frente: "Propiedad privada".

Ya estoy cansada, muy cansada de estar perpetuamente en el lugar exacto y a la hora exacta, de vestirme correctamente para cada ocasión y de desnudarme como él espera y desea que lo haga, de que mi maquillaje sea el que a él le gusta; estoy cansada de que tome mis ideas y las aplique como si fuesen suyas, estoy cansada de que siempre me anule, de tener que permanecer siempre detrás de él y no poder ser yo misma, de estar obligada a seguir siendo su sombra; estoy cansada de que, para ser perfecta, todo, exactamente todo, deba hacerlo como él ordene. Y no quisiera continuar así porque para él jamás lograré ser perfecta, y también porque, ahora, me doy cuenta de que me gustan mis imperfecciones.

Di-di-di-diecinueve.

¡Dónde estabas amor, cuando yo tenía diecinueve!



Y desde mi burbuja, la suya, en la que me tiene prisionera, busco saber qué recibo a cambio de mis desvelos... ¿qué recibo? ¡Ah, sí! seguridad económica; eso debería ser importante pero para mi no lo es. Recibo su confianza, para eso soy su administradora única, y recibo exigencia, intransigencia, indiferencia... con indiferencia me trata y me dice dónde me he equivocado. Y siempre, bajo su parecer, estoy equivocada. También me gusta que me digan lo que hago bien pero él nunca lo hace porque se supone que es mi obligación, y como en cualquier obligación hacer las cosas bien no tiene ningún mérito, por eso no es necesario que lo reconozca.

Necesito recibir cariño, ternura, comprensión. Quisiera compartir sueños y proyectos como hacíamos antes, desearía ser su amiga pero ya no puedo porque no confío en él; me agradaría recibir amor pero no su amor egoísta y materializado. Todo es ahora innecesariamente material, todo es ahora desencanto, desencuentro, desilusión, desamor.

Después de tanto tiempo me doy cuenta de que lo único, lo verdaderamente hermoso que nos hemos dado, son nuestros hijos. Ellos tampoco son perfectos pero son maravillosos, los quiero como son y ellos me quieren a mí como soy yo, son míos y nada ni nadie, ni el desamor, ni siquiera él, podrán arrebatármelos. Y ahora, cuando ya no creía posible volver a amar, llegas tú, amor, y vuelvo a soñar, vuelvo a creer que puedo ser feliz pero me sigo engañando, nuestro amor está prohibido. Si te hubiera encontrado cuando tenía diecinueve...

Has llegado tan tarde, amor, que el desamor de toda una vida me impide reaccionar. Ya no es tiempo de sueños imposibles porque estoy cansada, me faltan fuerzas para romper los muros de esta burbuja aunque carezca de oxígeno y me esté ahogando. Ahora ya es tarde y no puedo luchar contra el orden establecido, contra "su" orden establecido, y por mí consentido, durante tanto tiempo.

¡Dónde estabas amor, cuando te necesitaba!

Sigo engañada y engañando. Y todas las mañanas de mi vida me dibujo con esmero en el rostro una sonrisa de cómico, igual que si me colocase una máscara carnavalesca durante todo el año, falsas sonrisas que dibujo primorosamente para no hacer desgraciados a los que me rodean, a los que todavía amo, para que no adviertan que el desamor, ese enemigo que desconocía, me ha invadido, ha ganado su batalla y me ha vencido.

Como los soldados que lucharon en Vietnam, sigo suicidándome desde los diecinueve y me encuentro derrotada, sólo quiero dormir y olvidar, amor, que no has llegado a tiempo para salvarme.

¿Dónde estabas, amor, cuando yo tenía diecinueve?

¿Dónde cuando te necesitaba?

¿Dónde estabas, amor, en mayo del 68?