© Bubi - Los leones hace 2000 años
Publicado por Mar el Julio 29 2008 10:30:06
Encuentro muy instructivos los escritos que nos hablan del conocimiento que los antiguos tenían de nuestro mundo. He estado leyendo la Historia Natural, un compendio enciclopédico de todo el saber de los romanos, escrito por Plinio el Viejo, quien murió en la erupción del Vesubio en Pompeya. Se basa en sus propias deducciones y libros anteriores, principalmente griegos y, como es de esperar, muchas de sus descripciones e historias son fantásticas, algo que el mismo Plinio resalta muchas veces, pero nos ayudan a comprender los vacíos del conocimiento de la época y cómo se las ingeniaban para dar respuesta donde no había explicación.

Me llama la atención que Plinio nunca menciona, en la descripción de los distintos pueblos de la tierra, el color de la piel de sus habitantes, como si esa característica no fuera ni significativa ni llamativa. Relata, eso sí, que algunos pueblos etíopes tienen la cara, con los ojos y la boca, en el pecho, o explica que la gente del centro de Europa tienen un sólo ojo, en medio de la frente, o pueblos asiáticos con los pies al revés, y gentes de otra nación con un solo pie, pero tan grande, que en caso de fuerte sol, sólo necesitan tumbarse de espaldas y levantarlo para que cubra con su sombra todo el cuerpo. Con pueblos de estas características, es posible que el color de la piel haya pasado totalmente desapercibido. A mediados del siglo XVI todavía se podían ver algunas de estas gentes extrañas http://www.thetreasuremaps.com/asia/Munster,AsiaeTabulaVIII1542.jpg

Plinio el Viejo suele ser buen observador, además de aprendiz incansable, y eso se nota en su descripción aristotélica de un mundo esférico, y sus deducciones astronómicas del porqué las estrellas están más alejadas que el sol , y éste que la luna, en el firmamento o también en la descripción, pagana pero lógica, de dios, del infierno y del alma. Pero con todo esto, lo que más me ha llamado la atención del libro es el tratamiento que Plinio da a los animales, a quienes retrata con unas cualidades humanas escasas entre los hombres. Se nota la simpatía que siente hacia el elefante, pero Plinio habla bien de otros animales más feroces, como el león. De éste dice en los capítulos 19 y siguientes del libro VIII:

"El león es el único de los animales salvajes que muestra clemencia a quien se lo pide; después de vencer, se mostrará magnánimo, si está furioso atacará al hombre antes que a la mujer y nunca a los niños, a no ser que se vea presionado por el hambre. En Libia se cree que el león comprende las súplicas que se le dirigen. Me han contado como de algo cierto, que una esclava que volvía de Gaetulia fue atacada por varios leones en el bosque, pero tuvo el coraje suficiente para dirigirse a ellos y decirles que era una mujer, una fugitiva, una criatura indefensa, e imploró la compasión del más generoso de los animales, el rey de la selva, y que ella sería una presa poco digna para su alta reputación. De esta forma se salvó de la ferocidad de los leones. Hay varias opiniones sobre casos como éste: si se trata de una disposición peculiar del animal, o si más bien es una casualidad que se calme su furia mediante súplicas." En otro párrafo, Plinio comenta "si una persona lanza una flecha a un león pero falla y no llega a herirle, el animal le dará alcance, dará vueltas a su alrededor y después lo lanzará a tierra, pero no llegará a hacerle daño"



Plinio cuenta también varias anécdotas sobre el carácter clemente del león "Un hombre llamado Elpis, natural de Samos, cuando desembarcaba de su barca en la costa de África viendo a un león en la playa con sus fauces abiertas y amenazantes, se subió a un árbol para huir mientras rezaba al Padre Liber, ya que estas son las ocasiones propicias para invocarlo, cuando ya no hay ninguna esperanza. El león no le persiguió mientras huía, a pesar de que podría haberlo hecho fácilmente, sino que se reclinó al pie del árbol, con esas fauces abiertas que tanto terror le habían causado, pidiendo su compasión. Resultaba que se le había encasquetado un hueso de una presa entre sus dientes y estaba a punto de morir de hambre, y por eso solicitaba la ayuda de Elpis con súplicas mudas. Éste, no queriendo arriesgarse con un animal tan formidable, permaneció quieto en el árbol por algún tiempo más por asombro que por miedo. Finalmente, descendió y le extrajo el hueso, mientras el león extendía su cabeza y colaboraba en la operación. La historia continúa diciendo que mientras la barca permaneció en la playa, el león mostró su gratitud trayéndole las presas que lograba cazar."

En otra historia, Plinio nos cuenta "Demetrio el filósofo relata un caso igualmente extraordinario en relación a una leona. El animal estaba tumbado en medio del camino, esperando que alguien pasara, cuando fue vista por el padre de Philnus, un amante de la sabiduría. Paralizado por el miedo, empezó a retroceder mientras el animal se le acercaba, con un deseo evidente de acariciarlo, mientras manifestaba claros signos de tristeza, incluso para un animal. La leona tenía cachorritos que habían caído en un pozo a poca distancia. La compasión pudo más que el miedo y le llevó a ayudar al animal. La siguió mientras ella la conducía y, tan pronto como descubrió la causa de su aflicción y el precio de su propia seguridad, rescató a los cachorros del pozo. Los animales le acompañaron hasta el final del desierto, saltando y jugando de alegría, dejando claro qué agradecida estaba y con qué poco le había pagado, un reconocimiento que se encuentra raramente entre los hombres"

Bubi.