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Vecind(i)ario, segunda etapa | Narrativa | el cuaderno
Publica© José Puentes - Navytales2008 - Apana y los otros Mundos
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Localización: Madrid, España
Registro: 25.06.08
Publicado el 02-01-2009 19:28
Cuando llegó a aquel edificio solitario Apana se encontraba aturdida como si hubiese caminado toda la noche. Desde afuera se escuchaban voces y ruidos cual barullo propio de una estación, pero nada, a pesar de las luces que salían por todas las ventanas y rendijas de aquel edificio de aspecto renacentista rodeado por el bosque, daba algún indicio de para qué podría servir. Ni aún el letrero en acero fundido que estaba sobre la puerta principal y que decía en letras latinas "ITER MUNDORUM" significaba algo para ella.

No obstante el aturdimiento no dudó en empujar la puerta y entrar. Se encontró en un vestíbulo inmenso todo de mármol lleno de un número difícilmente calculable de seres que caminaban con prisa en todas las direcciones. Estos desaparecían por unas puertas numeradas en forma latina, los de más allá entraban en aquella estancia por otras y en todas partes se veían escenas de despedidas o de reencuentros. Podría ser tomada por la terminal de un gigantesco aeropuerto si no fuese porque los medios de transporte que se anunciaban eran de cualquier tipo menos aviones. A pesar del griterío se entendían perfectamente los mensajes que resonaban en las paredes, pero no provenían de ningún sistema de megafonía. Unos muchachos que recorrían el lugar vestidos de verde se desplazaban a un palmo del suelo, debido seguramente a unas pequeñas alas que les salían de los tobillos, y a voz en grito anunciaban las salidas y las llegadas después de hacer sonar una trompetilla de pregonero: ¡Acaba de llegar el globo procedente de Glubbdubdrib (1). Puerta VII! ¡En breves instantes saldrá el barco con destino a Ávalon (2), pasajeros por la puerta CCCVII. Último aviso! ¡La caravana procedente de Trebisonda (3) tiene retraso. Se ruega que vayan a la sala de espera XXIII! ¡El espejo para el País de las Maravillas (4) ya está operativo. Acudan a la puerta DLXXIII!...

Después del último mensaje Apana observó como unas cartas de la baraja salieron disparadas a su vera llevando sus atillos al hombro. Y entonces se dio cuenta de que solo algunos de los supuestos viajeros tenían apariencia normal. El resto, animales de todo tipo con vestiduras o sin ellas, enanos barbudos, caballos parlanchines, unos cuantos grandullones de aspecto lúgubre y una porra al hombro, seres innombrables de pequeñísimo tamaño que le gritaban que no los pisase, un dragón con toda su familia, unas mesas y unas sillas que caminaban en grupo y una gran cantidad de humanos -en apariencia- con todo tipo de atuendos, colores de tez y tamaños. Y no fue lo único que le sorprendió. No hacía ni cinco minutos que había entrado en aquel lugar y descubrió que no sabía por donde lo había hecho. Tenía la impresión de que se encontraba en el centro de aquella inmensidad. Las paredes más cercanas parecían estar a centenares de metros y se veía rodeada por una muchedumbre apresurada que solo le dirigía la palabra si ella les estorbaba. No tuvo ni un instante para agobiarse pues al levantar la vista observó la sonrisa de un joven pelirrojo que la miraba:

-¿Estás perdida?- Le preguntó.

-No sé-, respondió ella mientras lo miraba de arriba abajo. Tenía un uniforme azul que parecía de un policía, pero nunca había sentido simpatía en un guardia, justo como la que notaba ahora en aquel muchacho.

-No saber no es malo y reconocerlo es mejor para poder aprender-, le respondió él. -A lo mejor te puedo ayudar. Para eso estamos los guardianes-, añadió.

-¿Guardianes? ¿Y qué guardáis? ¿El orden?- Le dijo ella con una mirada pícara.

-¿El orden? No. Aquí no es necesario, bien lo puedes ver-, le respondió.

-Pues yo veo un barullo tremendo-, dijo Apana.

-¡Ya! Es que tu confundes el orden con la geometría. Crees que para que algo esté ordenado debe ser simétrico, matemáticamente uniforme, disciplinadamente armónico... ¿O me equivoco?-, añadió él.

-No sé... Todo parece tan embrollado... Pero...-, y no dijo más.

-Tan embrollado, pero tiene sentido, ¿verdad? Nadie parece ignorar a donde va... ¡excepto tú!-, respondió el guardián con una sonrisa aún mayor.

-Sí...- Y su mirada recorrió en redondo todas las direcciones. -Pero, ¿por qué estoy aquí?-, preguntó casi suplicante.

-Porque vas a algún lugar. Nadie viene aquí para pasar el rato. Y si vinieses a esperar a alguien tendrías otro aspecto. El tuyo es el de una viajera-, le contestó él.

-Pues no tengo ni idea, ¿tú cómo lo sabes?-, preguntó Apana.

-Fíjate en esos laputianos (5) que se pasan el rato mirando el reloj del cenit-, e hizo un ademán señalando en centro del techo. Y allí arriba se encontraba un reloj de sol que de forma inexplicable señalaba con su sombra la hora segunda. -Están esperando la llegada de alguien-, añadió el muchacho.

-Bueno. Si tú lo dices. Son bien raros, que miran con un ojo hacia arriba y con el otro a su barriga, pero no entiendo...-, respondió Apana.

-Todos los que vienen a recibir se fijan en el reloj. Mira a esos comepiedras. Están esperando el tren que viene de Fantasía (6), y a aquellos sátiros, no más aguardan a que el armario de Narnia (7) les traiga a sus amigos. Ninguno deja de mirar hacia arriba durante mucho rato-, dijo el guardián. -Aquí solo hay dos opciones: viajar o esperar a alguien. Y tú eres de la primera-, añadió.

-¡Pero no sé a donde voy ni tengo ningún billete para ninguna parte!-, protestó ella.

-¡Habrás hecho una reserva y no te acuerdas. Pero para eso estamos los guardianes, para no perder a los despistados-, contestó el muchacho.

-¡Tiene gracia! ¡Nos guardáis y así no nos perdéis!-, dijo ella en tono burlón.

-Algo así. ¡Sígueme!- Y sin más preámbulos Apana se vio siguiendo al guardián pelirrojo. En segundos estaban delante de una puerta que tenía un letrero sobre ella que decía en letras doradas "SALA DE OBJETIVOS PERDIDOS".

-¿No debería decir objetos perdidos?- Preguntó ella aún sorprendida de la rapidez con que habían llegado a uno de los extremos del gigantesco vestíbulo. Parecía como si la puerta se hubiera acercado a ellos y no al revés.

-¡Oh, no! Aquí no se pierden cosas-. Y entró con ella en una sala ovalada que olía a café con leche, chocolate y dulces. Los sillones parecían comodísimos y las mesas estaban llenas de fuentes con bombones, galletas, bizcochos y todo tipo de golosinas. Unos pingüinos muy educados llevaban bandejas con diferentes bebidas y servían a las personas que allí estaban. En el otro extremo estaban unos mostradores con los siguientes nombres: FINES, PROPÓSITOS, INTENCIONES, ASPIRACIONES y METAS. Se dirigieron directamente hacia este último.

-¿No debería haber uno que dijera DESTINOS?- Preguntó Apana sin dejar de observar todo y a todos.

-No, guapa. Destino es palabra muy seria que puede significar algo inevitable y aquí tampoco hay nada que no sea evitable. Como tienes aspecto de deportista vamos a ver si figuras en METAS. Pero si no es así miraremos en los otros.- Y sin más se acercaron a un bufete bajito atendido por tres señoritas que no abultaban más de un palmo y tenían unas alas casi transparentes.

-¡Hola Meteoro!-, dijeron las tres a la vez. -¿Quién es esa chica que te acompaña?-

-Soy Apana y tú pareces Campanilla.- Dijo ella hablando con una de ellas que estaba vestida de verde.

-¡Ya quisiera ella!-, contestaron las otras a coro. -El otro día pasó Peter Pan por aquí y se puso tan colorada que casi no podía hablar-. Añadieron mientras la aludida fruncía el ceño.

-No les hagas caso. Me llamo Parnassia. Y tú, ¿de dónde vienes?- Contestó la rubita con su mejor sonrisa.

-De Galicia, creo... Aunque no sé como llegué aquí-. Dijo Apana, encogiéndose de hombros.

-¡Vaya! Entonces Galicia existe. Nunca antes vino nadie de tu tierra por esta sala de Objetivos Perdidos. La única que decía haber estado allí era nuestra compañera Volvoreta, pero no le hacíamos demasiado caso porque es muy soñadora. No va a haber quien la aguante cuando se entere de tu estancia.- Respondió Parnassia con cara divertida.

-Sí. Ahora no está porque se fue de guía en el último vuelo hacia el País de Nunca Jamás (8).- Dijeron las otras.

-¿Vuelo? ¿Salen aviones de aquí?-, preguntó Apana.

-¿Para qué se quieren esos ruidosos artefactos? Bastan unos pocos polvillos de estos para volar hasta allí.- Contestó Parnassia mientras señalaba un pequeño saco que tenía colgado a la cintura.

-Aquí está el libro de Procedencias Imaginarias.- Dijeron las otras mientras posaron sobre la mesa un volumen de más de un metro de altura con miles de páginas en papel biblia. No parecía pesarles y, cuando lo abrieron, Parnassia comenzó a pasar las hojas a gran velocidad con un movimiento acelerado de sus alas.

-¡Pero Galicia no es imaginaria!-, protestó Apana.

-Hasta ahora sí. Pero no te preocupes, si no sales en éste miraremos en el de Países Improbables, después en el de Tierras Ignotas y por último en el de Reinos Reconocidos-, contestaron Erica y Daboecia, que así se llamaban la morena y la pelirroja. Y mientras lo hacían Parnassia estaba terminando el primer libro. Una vez acabado lo sustituyeron por el segundo y comenzó otra vez la búsqueda.

Mientras lo hacía Parnassia, ella se puso a mirar a quienes estaban en la sala sentados en los sillones. En uno de ellos estaba un anciano de pelo blanco con su bastón. Acercaba de vez en cuando a su boca una taza de te o cogía algún pastelito de la mesa. El resto eran de todas las edades, pero indudablemente más jóvenes. De vez en cuando alguien se acercaba desde los mostradores con un billete para Liliput (9), Balnibarbi (10), Blefuscu (11), El País de Oz (12), Brobdingnag (13), El País de los Houyhnhnms (14), Tule (15), Luggnagg (16), La Atlántida (17), etc. El que recibía el billete era acompañado fuera de la sala. Pero el anciano permanecía en su sillón disfrutando de las vituallas.

-¿Quién es ese señor mayor?- Preguntó Apana toda intrigada.

-¡Ah! Pues es un habitual de estas fechas. Viene todos los años sin faltar uno, pero le falla la memoria y lo traemos directamente a esta sala. Cuando se repone un poco le damos el billete para una comarca de Laponia donde dice que vive su amigo Klaus, y coge un trineo de renos que al parecer le lleva hasta allí.- Contestó Erica.

-¡Claro que le lleva!-, dijo Daboecia. -No seas tonta. Todos los billetes que damos llevan al lugar indicado.- Añadió con cara de regañarla.

-¡Ya está! Apana, procedente de Galicia con pasaje para... ¡La Tierra Media (18)! ¿Pero que edad tienes tú?- Exclamó Parnassia mientras cerraba el libro de Procedencias de Países Improbables.

-10 años, pero voy a cumplir 11 dentro de unos meses.- Respondió Apana.

-Parecías más mayor... Pero, en fin, es un lugar complicado y arriesgado, más aquí está escrito y allí irás si lo deseas...- Un pequeño alboroto se escuchó y Meteoro entró rápidamente en la sala.

-Pronto. Dadle el pasaje que se acaba el tiempo- Les dijo a las tres chicas. Ellas cogieron un pergamino que tenía escrito el nombre de la Tierra Media y se lo dieron.

-Hasta luego y gracias.- Casi no le dio tiempo a decir a Apana cuando se encontraban de nuevo en el vestíbulo.

Los pregoneros cantaban las puertas para los últimos lugares: ¡Gaula por la puerta XXXIII, por favor! ¡Tierra Media, sale la compañía por la salida número IX! ¡Laponia. El trineo a punto de despegar en la LXIII! Por un extremo del lugar, que estaba lejano como el horizonte, un resplandor crecía cada vez más.

-¡Pero! ¿Qué pasa?- Preguntó Apana a su guardián.

-¡Qué sale el Sol!- Le contestó Meteoro.

-¿Aquí dentro?- Preguntó algo incrédula.

-Sí. Y luego recorre toda la bóveda hasta desaparecer por el otro extremo. Es fatal- Le contestó el pelirrojo mientras atravesaban la puerta IX.

-¿Fatal para vosotros?- Le dijo Apana.

-¡Oh. No! Para vosotros los humanos que desaparecéis de aquí con su luz. Pero ya no hay problema, que has traspasado la puerta y te diriges a tu meta.- Y dándole un beso en la mejilla la dejó en una semioscuridad que parecía un túnel.

Ella caminaba despacio cuando se dio cuenta de que la semioscuridad se hacía sonrosada porque la luz se filtraba a través de sus párpados cerrados. Abrió los ojos y se encontró en su cama. La luz del amanecer empezaba a iluminar el dormitorio y, cuando quiso girarse en el lecho, algo duro se le clavó en la espalda. Miró que podría ser y allí estaba el primer tomo de El Señor de los Anillos. A su lado su pequeña linterna permanecía encendida aunque casi sin batería. La apagó, cogió el libro y vio que un pequeño trozo de pergamino estaba marcando la página 33, pero no recordaba haberlo visto antes.

En ese momento escuchó la voz de su madre que le decía que se levantase ya. Era el día de Nochebuena y su tarea era colocar el Belén.

Saltó de la cama, guardó el libro y la linterna -no fueran a enterarse de que había estado leyendo de noche- y salió de su habitación.

Jose Puentes.
¡¡¡FELIZ 2009 para todos!!!


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1 País citado en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift.
2 País de las Hadas, al cual es llevado el Rey Arturo al morir.
3 Ciudad legendaria de Oriente citada en Libro de las Maravillas de Jehan de
Mandeville.
4 Ver Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carrol.
5 Habitantes de Laputa, país citado en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift.
6 Tierra de la Historia Interminable de Michael Ende.
7 País citado en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift.
8 Del libro de Peter Pan de J. M. Barrie.
9 De las Crónicas de Narnia de C. S. Lewis.
10 País citado en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift.
11 País citado en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift.
12 Tierra de El Mago de Oz de L. Frank Baum.
13 País citado en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift.
14 País citado en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift.
15 Reino nórdico legendario, unas veces identificado con Islandia y en otras con
Groenlandia.
16 País citado en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift.
17 Reino mítico en una isla mencionado por Platón en el libro de Critias.
18 Tierra donde se desarrollan las aventuras de El Señor de los Anillos de J. R. R.
Tokien.
Editado por Sap el 07-01-2009 10:33
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